domingo, 4 de abril de 2010

Desierto

A veces me imagino que no estoy preso en este desierto.
Así es como me arropo lentamente con las sábanas de mi cama y vuelvo mis memorias hacía el sur, y siento el ruido de la lluvia.
Esbozo una leve sonrisa, siento como caen las gotas sobre el techo, se derraman por la ventana, y me llenan de una extraña forma.
Y siento como un auto a lo lejos toca su claxón como celebrando, junto a mi, mis aberraciones sobre una lluvia en el desierto.
Y suena terriblemente la alarma de mi celular, incapaz de seguir en mi idilio blasfemo unas palabras locas que salen apresuradas e insonoras de mi boca, los demás se tapan los oídos y parto hacía la rutina.
Me visto en medio d ela oscuridad más calmada que haya existido en mi vida, me pongo un polerón , tomo apresurado una taza de café o té o lo que tenga a la mno en ese momento y parto en mi recorrido de treinta minutos exatos, el cual me cuesta cada vez más.
Llego a clases y me doy cuenta que allí no hay lluvía, jamás existirá.
Y tarto de alejarme de los demás, no quiero verme involucrado en este desierto.

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